A los 78 años murió David Lynch, el cineasta que nos enseñó que para crear no es necesario ser un poeta maldito y sufrir.
¿Por qué?
Porque la negatividad es enemiga de la creatividad: “No tienes que sufrir para mostrar el sufrimiento”, diría en varias entrevistas.
Lynch es reconocido por sus películas oníricas, muchas veces incomprensibles y otras veces oscuras.
No obstante, Lynch comenzó como pintor y luego comprendió que el cine podía darle movimiento a sus ideas pictóricas; también incursionó en la música y en la meditación trascendental.
En este último punto, influenciado por las técnicas traídas a occidente desde la India por Maharishi, Lynch entre los años 2007 a 2009 recorrió muchos países para reunirse con políticos y personas influyentes, con el objetivo de informar, asesorar e invitar a practicar la meditación trascendental para cambiar nuestra relación con el mundo.
Como resultado de esta gira, surge el presente documental “Meditación, Creatividad, Paz” que les recomendamos para conocer al artista en profundidad y saber cuáles eran los secretos de su ilimitada creatividad y cómo la felicidad lo inspiraba en sus creaciones.
¡Acción!
***Bonus***
Si aún no conoces su trabajo, te recomendamos que revises algunas de sus películas clásicas, como Twin Peaks (1989), The Elephant Man (1980), The Straight Story (1999) , Mulholland Drive (2001), Blue Velvet (1986), Lost Highway (1997), Eraserhead (1977), Dune (1984).
«Hay un agujero inmenso en el mundo ahora que él no está con nosotros. Pero, como él diría, ‘mantén tu mirada en la dona y no en el agujero’, escribió su familia en redes sociales al anunciar su muerte.